Evocador de un recuerdo...
-¡ Aquí estamos por fin!- dijo Vieja Kush-. Quítense los mantos y vayan cerca del fuego. Yo voy a preparar agua de menta con miel para olvidar el frío.
Dulkancellin colgaba su abrigo cuando vio la caja de madera labrada que aparecía con la lluvia y desaparecía con el sol. Sonrió para sí y levantó la voz hablándole a Kush que trabajaba en el fuego:
-¿Qué sacarás esta vez de tu baúl ?
-Quién puede saberlo -respondió su madre.
-Ojalá saques el peine de Shampalwe -intervino Kuy-Kuyen -. Así nos cuentas de nuevo, cómo fue su boda.
-No -dijo Thungur, frotándose las manos cerca del fuego-. Mejor que saque la piedra roja del volcán para que nos cuente del día que se abrió la tierra y los lagos tenían burbujas de calor.
-Sea lo que sea, les contaré una historia...
Cada familia husihuilke conservaba un cofre, heredado por generaciones, que los mayores tenían consigo. Aunque tenía algo menos de dos palmos de altura y un niño pequeño podía rodearlo con sus brazos, en él se guardaban recuerdos de todo lo importante que le había ocurrido a la gente del linaje familiar a tarvés del tiempo.
Cuando llegaban las noches de contar historias, volteaban el cofre haciéndolo dar cuatro tumbos completos: primero hacia adelante, después hacia atrás y, finalmente hacia cada costado. Entonces, el más anciano sacaba del cofre lo primero que su mano tocaba, sin vacilar ni elegir. Y aquel objeto, evocador de un recuerdo, le señalaba la historia que ese año debía relatar. A veces se trataba de hechos que no habían presenciado porque eran mucho más viejos que ellos mismos. Sin embargo, lo narraban con la nitidez del que estuvo allí. y de la misma forma, se grababa en la memoria de quienes tendrían que contarlo, años después.
Los husihuilkes decían que la Gran Sabiduría guiaba la mano del anciano para que su voz trajera desde la memoria aquello que era necesario volver a recordar. algunas historias se repetían incansablemente. Algunas se relataban por única vez en el paso de una generación; y otras, quizas, nunca serían contadas...
Los días del venado. Liliana Bodoc.
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
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XVII.